Entre las visitas más interesantes que pueden realizarse en los alrededores de Londres está la del Palacio de Hampton Court. Situado en la localidad de Surrey, a 20 kilómetros del centro londinense, este palacio fue residencia de reyes, aunque no fuese construido por ninguno de ellos. El palacio de Hampton Court lo mandó construir a principios del siglo XVI el cardenal Thomas Wolsey. El que fuera durante muchos años el consejero favorito del rey Enrique VIII, y que amasó una gran fortuna procedente de la iglesia, decidió construirse una “vivienda” por todo lo alto. A Enrique VIII no le gustó en absoluto que un cardenal tuviese un palacio digno de un rey, por lo que, para no enojarlo, Wolsey tuvo que regalárselo.
Enrique VIII decidió trasladarse a él y realizó ampliaciones y mejoras para acoger a los más de 1.000 súbditos que formaban su séquito, como el gran salón que construyó para celebrar grandes banquetes, llamado el Great Hall.
Tras fallecer Enrique VIII, la reina María II y su esposo Guillermo se trasladaron a Hampton Court, aunque previamente realizaron muchos cambios. Sobre todo encargaron al arquitecto Christopher Wren que diese protagonismo al estilo barroco en detrimento del Tudor en el que estaba construido.
Por este motivo en el palacio de Hampton Court se pueden contemplar dos estilos muy diferentes. Por el lado oeste, la fachada del palacio es la típica de color rojo, muy del estilo Tudor que caracterizó a Enrique VIII. Por el lado contrario, la fachada opuesta rezuma arte barroco, con las dos alas simétricas que construyó Wren y que acogen los aposentos de estado.
Resulta imprescindible recorrer en el palacio los aposentos oficiales de Enrique VIII, la Capilla Real, las cocinas Tudor, las habitaciones georgianas del siglo XVIII, las restauraciones realizadas tras el incendio de 1986 o sus increíbles jardines, desde el isabelino Knot Garden hasta el restaurado jardín privado de Guillermo III. Más información en su web oficial www.hrp.org.uk/hamptoncourtpalace